sábado, 16 de julio de 2011

ANÁLISIS DE LETRAS




Tú que siempre analizaste hasta lo más sencillo, hoy no sabes por momentos cuales son tus coordenadas.
Manejas los números como todo aquél que sabe donde ir sin titubear, avanzas y retrocedes porque temes que este análisis no sea el correcto. Todo iba en orden, tus secuencias numéricas las tenías enteras en tu mente, pero el amor llegó y te hizo ver “que las tablas eran muchas más de las que se estudian en realidad”.
Aquí no hay trigonometría, ni base por altura explicando geometría. Notaste que dos asignaturas giraban en tu mente, la “química” y la “física”.
Analítico por naturaleza (te nombraste), a diferencia de mí que manejo las letras donde siento la libertad de expresarme, jugando con las vocales y las consonantes, poniéndolas y sacándolas sin pensar que el resultado final tiene que ser exacto.

Haces bosquejos con cálculos donde no debes incurrir en el error, la omisión de uno puede equivaler al derrumbe de un edificio en construcción.
En cambio yo no manejo cálculos matemáticos, solo me inspiro en los sentidos que me ofrece la vida, ldonde dejo que incursione el error para que del derrumbe pueda sacar manojos de emociones por debajo de los escombros como también experiencia, claridad, tristeza, alegría de haber encontrado la verdad de tantos errores provocados por hipótesis realizadas en tu mente.

Analítico y pensador (te nombraste), yo en cambio creo tener el equilibrio exacto de toda naturaleza humana; cálculos y sentidos, visceral y pensante, “así me promuevo”;
números y letras, razón y locura, coherencia e incoherencia, matices de palabras y números a doquier donde se hace solo una materia coincidente entre ambos que se convierte en “biología”, donde la adrenalina pura sale de los cuerpos en gozo.
Allí ya no analizas, ni yo escribo, solo existen dos materias que dejaron de ser pendientes, “química”, “física”. Nada es exacto en el encuentro de las pieles transpiradas por la excitación, no hay predicción de derrumbe, ni las matemáticas, ni las letras forman parte de nuestro juego. Solo el sabor de la “materia “por la “materia” misma encuentra su lugar, sin darle a ésta nombre alguna. Solo podríamos llamarla “Placer”.
Silrita
20/6/04