martes, 17 de mayo de 2011

SIN QUERER...

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Sin querer, sin buscarlo, llegaste, te instalaste y percibí el aroma de las flores.

Sin querer observé tu mirada, tu sonrisa y mi alma flotó por el aire sintiendo la calidez de tu presencia.
Sin querer me encontraba esperando tu llegada, sin golpeteo en la puerta, sin timbre que suene, solamente un tibio mensaje que me indicara que estabas.
Y así comencé a sentir que mis latidos te pertenecían, aferrada a tu mano fuerte y con la sensibilidad que solo un ser de luz puede tener.
Sin querer sentí el placer que solo la verdad da, y juntamente con ello se sumaba la felicidad de saber que existías.
Sin querer, sin buscarlo, llegaste; comprendiendo que no hay amor más increible que la comunión de dos almas.
Sin querer, sin buscarlo, llegaste, y junto con vos vino la serenidad, la luz, la risa, la reflexión, la simpleza, las ansias, el optimismo, la franqueza, en cuyos recovecos de cada uno de ellos me duermo tranquila.
Sin querer, sin buscarlo, llegaste.
Silrita